lunes, 31 de agosto de 2009

Mujeres y mujeres

Una mujer nos mira. Está desnuda, con sus pendientes, postrada en una cama con la sábanas revueltas.
Tiene el codo derecho apoyado en unos almohadones y la mano izquierda encima de la vagina, que está oculta ayudada por el cruce de piernas.
Tras ella una cortina, a sus pies un animal.

Una mujer recostada.



Otra mujer recostada.

Lo que sucede es que en un caso es un perro que duerme acurrucado y en el otro un gato negro se pasea con la cola cola levantada, junto a los pies calzados en zapatos de tacón, no descalzos.
La mujer de los tacones tapa su sexo con la palma de la mano extendiendo sus dedos sobre la pierna, mientra la otra hace el gesto de acariciarse. No es raro que nos mire de reojo con la cabeza reclinada sobre su hombro, al contrario que la que nos mira de frente haciendo el movimiento de incorporarse y recogiendo la sábana con la mano izquierda mientras la otra deja caer unos pétalos. La mujer que se incorpora tiene flores aunque no se las ha entregado todavía la mujer negra que tiene a su espalda. A espaldas de la primera rebuscan en un baúl tratando de encontrar vestidos.

jueves, 20 de agosto de 2009

Ser modernos

Hace un siglo la gente no tenía opiniones sobre todas las cosas de la vida, ni siquiera hace treinta años. Imagínense hace doscientos.
Pues el personaje moderno es básicamente eso, una persona que tiene ideas propias sobre el mundo y se comporta, más o menos, según esas ideas (que considera propias).
Piensen en la política, por ejemplo, la cantidad de ideologías que surgieron en el siglo pasado. Pues en arte pasó lo mismo.
Mientras que en la época clásica se mostraba una forma de ver el mundo, en la moderna surgieron grupos de artistas que tenían formas de verlo y mostrarlo únicas y personales, lo que ha hecho que las formas de enseñar las cosas en vanguardia son más evidentes que los contenidos de la obras.
Por eso, durante tanto tiempo, el público ha tenido tan difícil ver obras de vanguardia porque, con razón, pensaban que había que meterse en la cabeza de los artistas para entender las obras.
Y eso es precisamente lo que hay que hacer, meterse en la cabeza del artista (lo veremos, no se preocupen).

Encuentren las diferencias.

Pero fue entonces cuando apareció la crítica de arte y empezó a hacer literatura y la gente se perdió aún más, porque no hablaban sobre las obras sino que hacían teorías sobre ellas y eso no aclaró casi nada.
Creo que aquí está uno de los momentos que más daño han hecho al arte desde entonces.
Pasó en política, que había ideólogos y charlatanes (y eso que la política tiene una utilidad muy concreta) cuanto más con la crítica de arte, imagínense.
Hoy en día todo esto es bastante diferente. Hoy no es tan fácil engañar como tampoco es tan fácil tener una idea sobre como ver el mundo que sea interesante.
Todo circula muy rápido y todos somos muy modernos. Ya casi todos somos artistas porque todos tenemos mucha información y pensamos que somos únicos. Y lo somos, no me entiendan mal.
Lo que pasa es que ya no es tener una visión sobre las cosas lo que te hace único.

domingo, 16 de agosto de 2009

Las ideas son poder

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Las ideas dan poder y quien lo niegue seguramente no ha tenido una buena idea en la vida.

Desde el Renacimiento hasta ahora las obras de arte se han planteado de dos maneras muy diferentes. De una forma determinada hasta el siglo XX y de otra muy distinta a partir de entonces.
Hoy toca hablar de qué podemos ver en las obras clásicas.
Las obras de arte desde el Renacimiento hasta la vanguardia nos han mostrado cómo es el mundo. Nos han contado cómo es todo lo que nos rodea con todo tipo detalle y lo han hecho eterno; que podamos disfrutar durante siglos de cómo eran los reyes y los mendigos, las ciudades y los campos, qué comían, cómo vestían, qué era hermoso para ellos o a qué cosas les daban valor. De la época anterior sólo podemos imaginarlo, no verlo. Qué inmediato, ¿no?.
Pues no lo es. Sobre todo porque antes del Renacimiento los artistas se dedicaban a otra cosa; como contar historias, o decorar, o embellecer,… pero no a esto, eso es seguro, porque no podían. Y no podían porque no tenían medios.
Y fue gracias a la tecnología que pudieron hacerlo.

Si no puedes hacerlo tan bien, mejor haz otra cosa.

Me refiero a la aparición de herramientas como la perspectiva, por ejemplo, o de las lentes (como las de sus gafas o cámaras de fotos) y la cámara oscura.
No es mi intención hacer un desarrollo minucioso de estos avances, pero sí dejar claro que todo cambió a partir de otras ideas (tecnológicas) que crearon nuevas formas de trabajar (y claro, de pensar). Esto permitía que, en poco tiempo, los artistas pudiesen tomarse más en serio a sí mismos. Su trabajo podía ser, a todas luces, mejor que el de los demás.
Es una cuestión de PODER.
De pronto había artistas que eran mucho mejores que otros. MUCHO MEJORES. Y no hablo de apreciaciones personales sino que había pintores que tenían habilidades que la mayoría no tenían y sus obras mucho más impresionantes, eran poderosos.
Podían pintar a un señor y que se pareciese muchísimo al señor original. Increíble, casi igual. Pintar su ropa, rodearle de sus pertenencias, pintarle en su casa y que se pareciese a su casa real.
Por ejemplo, Van Eyck podía pintar viejos con todas sus arrugas en una natural postura de tres cuartos en 1433.
Boticelli sólo mujeres jóvenes y, además, de perfil en 1475.
Todos luchaban por enseñar lo mejor que tenían. Y su objetivo era claro. Mostrar en sus obras algo que pareciese que estaba vivo. Más real que la realidad.
¿Qué pasó entonces? Pues que aquellos artistas que tenían que competir con, pongamos, Van Eyck, tenían que arreglárselas para enseñar otras cosas.
(Si yo hubiese sido Van Eyck tampoco hubiera contado mis secretos a nadie).
Al haber artistas claramente mejores que otros surge la competencia y con ella habilidades insólitas para enseñar lo nunca visto.
Algunos forzaban su punto de vista porque no dominaban la anatomía humana, otros tendrían que componer escenas con muchos personajes y situarlos en lugares maravillosos porque lo que se les daba bien era mostrar arquitectura, otros captaban la luz con sutileza sobre la cara de sus personajes y pondrían el fondo negro porque el fondo no era tan verídico como sus modelos.
Hay mucho de esto en la pintura. También hay mucho otras cosas pero para aclarar este tema habría que ver obras concretas.

¿Es tenebroso el tenebrismo?


Esto es como si dentro de doscientos años les explicasen la diferencia entre la wii y la play. Es que son diferentes, a pesar de que las dos parten de un cubo, porque los juegos son diferentes. Pues con los artistas clásicos pasa lo mismo. No juegan todos a los mismos juegos ni con las mismas reglas. Cogen un poco de aquí o de allá pero en lo que son buenos es en cosas muy concretas y esas cosas están en todas y cada una de sus obras.
Pero esto lo iremos viendo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Las ideas de los artistas eran sólo cinco

Les voy a hacer un regalo.
Les voy a regalar arte.
No me refiero a nada poético, esto no es una metáfora de nada.
Supongo que si están leyendo esto es porque tiene usted que trabajar. Y si tiene usted que trabajar estará en un entorno de gente que también tiene que ir a trabajar. Es verano y hay menos que hacer de lo normal. Se puede ir a tomar unas cañas o a la playa (suponiendo que la tengan, si no se tiene que quedar con las cañas).
Pues lo dicho, yo les regalo el arte.
En las siguientes líneas y durante las próximas semanas les voy a dar la opción de ir a ver exposiciones y se enteren de algo. Se lo digo porque si ustedes tienen que ir a trabajar no andarán sobrados de dinero y si el atontamiento de la cerveza al calorazo del verano les harta en algún momento, les doy la opción de meterse en un fresquito museo y poder disfrutarlo, no padecerlo.
Así que vamos al grano.
Todas, y digo TODAS, las obras de arte desde el Renacimiento hasta hoy han sido motivadas por unas pocas ideas que les iré descubriendo con detalle.
Me refiero a que los artistas, cuando han querido hacer una obra (pintura, escultura,… lo que sea) han sido empujados a producir obras porque querían mostrar algo en sus imágenes, es decir, por una idea (o varias). Pero resulta que esas ideas no son infinitas sino que son concretamente cinco.
Sí, seis siglos de arte y sólo cinco ideas.
Más concretamente, hay tres de ellas que surgieron entre el Renacimiento y el Siglo XX, lo que dio paso a la imagen moderna; las otras dos fueron el origen de la vanguardia.
Lo importante de estas ideas es que todas vinieron para quedarse. Es decir, que ninguna ha perdido valor y ninguna ha desaparecido desde entonces.
El juego y la sofisticación al presentar una o varias de estas ideas es donde está lo bueno, lo que hace que muchas sean maravillosas. Esta parte la dejo en su mano, para que lo disfruten ustedes solos, no me entrometeré sin su permiso.
Hoy sólo se las voy a presentar, pero iremos viéndolas una por una.

¿De qué se ríe la Gioconda?... ¿Es una buena pregunta?




Al principio, todo esto les parecerá un poco tonto pero ya verán como les resulta útil a la hora de disfrutarlo. Una vez saben qué ideas propone una obra, lo demás consiste en ver cómo se las arregla para mostrarla de la forma más maravillosa posible, cómo hace para tratar de impresionarnos (porque en eso consiste el arte, en tratar de impresionar).
Las tres primeras (las anteriores a la vanguardia) son tres:
- La visión de las escenas de forma naturalista.
- El estudio de los objetos.
- La descripción de los lugares.
Todas las obras de arte entre el Renacimiento y la vanguardia hablan de esto y sólo de esto. Me refiero a que antes del Renacimiento, los artistas no se planteaban estas cosas directamente. Estas ideas surgieron de forma sencilla hasta convertirse en mecanismos muy sofisticados que, llegado un punto, no evolucionaron más y dieron paso a ideas nuevas.
Las que surgieron con la vanguardia son dos:
- Mostrar lo inmaterial.
- Convertir a la obra de arte en un objeto.
No hay más. Ahora, encuentren una obra que escape a estas cinco ideas, que no baraje una o varias de ellas...

¿Es arte una pala?


...Y si no, tómense una caña a mi salud.